Diputado Carlos Varela: El mundo no aprendió de la tragedia del Holocausto.

01/Feb/2024

Continuando con las alocuciones de la Sesión Especial de la Comisión Permanente del Poder Legislativo, hoy publicamos las expresiones vertidas por el Diputado Carlos Varela del Frente Amplio.

Muchas gracias señor presidente:

Trataré de que mi intervención esté dentro de lo que hemos acordado entre todos en cuanto al tiempo de la misma. Comienzo por saludar a todos los presentes en esta jornada tan particular y tan especial de recordación y de compromiso. La sesión que hoy nos convoca nos debe permitir reflexionar sobre los acontecimientos que culminaron con la shoá. ¿Qué culminaron? Es la primera pregunta que me hago, y la segunda es, señor presidente, si se pudo evitar y voy a comenzar por ésta.

Poco tiempo después de finalizada la Primera Guerra Mundial, un veterano de la misma escribía en una carta, entre otras consideraciones sobre la cuestión judía, lo siguiente: “el antisemitismo que se alimenta de razones puramente emocionales siempre encontrará su expresión en la forma de pogromos, pero el antisemitismo basado en la razón debe llevar al combate y a la suspensión sistemática de los privilegios de los judíos. Su objetivo final debe ser la eliminación sin compromiso de los judíos como tal”. Esta carta que hace poco se recuperó la firmaba un tal Adolfo Hitler pocos meses después de finalizada la Primera Guerra Mundial. El 18 de julio de 1925 se presentaba la primera edición de Mi Lucha, el libro donde Hitler desarrollaba los principios fundamentales de su ideología; entre otras consideraciones señalaba en su tesis principal y escribía que existía una conspiración judía para lograr el predominio mundial y señalaba su odio hacia los dos males del mundo, decía él: el comunismo y el judaísmo.

En 1929 el mundo se conmovía por una crisis del sistema financiero y económico y generaba una situación social insostenible en muchos lugares y se empezaban a mirar desde muchos lugares también, Señor Presidente, alternativas: por un lado una crisis del sistema, por otro lado la amenaza de la Revolución Rusa y muchos empezaron a mirar con simpatía la ideología que comenzaba a predominar en Alemania como una alternativa posible. Ya vimos lo del año 25, pero ya con Hitler en el poder como Canciller en 1935 se dictan las leyes raciales de Nurenberg y en la noche que va del 9 al 10 de noviembre de 1938 miles de hogares, negocios, sinagogas judías fueron atacadas y casi 100 ciudadanos alemanes judíos fueron asesinados y fueron miles quienes fueron llevados a campos de concentración que ya existían. A esos campos de concentración, señor presidente, miles de ciudadanos alemanes opositores políticos al nazismo, socialistas, comunistas, judíos, gitanos, homosexuales, ya estaban detenidos en los mismos.

Miles y miles de hombres y mujeres eran sistemáticamente reprimidos por oponerse al régimen imperante, eran arrestados ante la indiferencia de vecinos, compañeros de trabajo, de estudio, que optaron por el miedo y miraron hacia otro lado. No juzgamos pero tomamos nota de las lesiones de la historia, porque algunos vivimos en este país situaciones similares en épocas muy oscuras. Cuando el miedo se instala, la indiferencia es la respuesta muchas veces de las sociedades. Mientras todo esto sucedía, señor presidente, y a espaldas de los acuerdos de Versalles, Alemania se rearmaba a ojos vistas de las potencias occidentales. ¿Nadie se enteró, nadie se conmovió, nadie percibió el peligro?

En 1939 se firma un acuerdo entre Molotov, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética y Ribentropp, Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, que permitió entre otras cosas el desmembramiento de Polonia. La división de Polonia entre estos dos países ideológicamente enemigo. En esa circunstancia, señor presidente, ¿los gobiernos occidentales no supieron lo que pasaba, no percibieron la amenaza, no vieron en sus propios países crecer la peste nazi, no escucharon las denuncias de lo que estaba pasando?

Tal vez si hubieran actuado a tiempo hoy no estaríamos reunidos aquí por este motivo. No sé cómo denominar lo que sucedió: indiferencia, ignorancia, cobardía o complicidad. Cuando hoy en el mundo avanza la extrema derecha, el neonazismo, el antisemitismo, ¿otra vez miraremos hacia el costado?

Hablemos del negacionismo. El avance de la nueva derecha ha fortalecido las teorías que intentan negar la Shoá, y es parte de su discurso ideológico, no siempre en forma explícita, pero siempre está. Parece inconcebible que tales intentos tengan respaldos pero la historia nos muestra que es posible sobre el fanatismo y la ignorancia construir relatos que nieguen la evidencia. Recordemos que en los 30 y en los 40 del siglo pasado también muchos negaron lo que sucedía pese a las evidencias. ¿Qué pensaron que eran los guetos, las deportaciones de miles a los campos de concentración, los documentos y las leyes raciales, las persecuciones a los diferentes? También en esos años, señor presidente, hubo quienes negaron la evidencia. Las consecuencias están a la vista.

Hablemos de la memoria, señor presidente, el pueblo judío es un pueblo que supo cultivar la memoria; sufrió persecuciones, expulsiones de donde vivía, Inquisición,  tuvo que cambiar nombres y apellidos para seguir viviendo, fue aislado del resto de la sociedad y también como reacción se aisló. Aprendió el valor de recordar y honrar, transmitió la enseñanza de no olvidar y el bien de la memoria de generación en generación para poder seguir siendo. La memoria juega un papel extraordinario justamente para evitar que se intente borrar o modificar los horribles acontecimientos que hoy recordamos, las ideologías y las conductas sociales que los hicieron posible y sobre todo a sus responsables y a sus cómplices.

Las nuevas generaciones deben tener la información necesaria para que no se borre de la conciencia mundial lo acontecido y sobre todo que tengan los fundamentos necesarios para no permitir que vuelvan a repetirse esas desgracias. Además no olvidar es no permitir que sigan muriendo las víctimas de tantos horrores. Si solo mencionamos cifras, por espantosas que sean, no creo que alcance para conmover y explicar.

Las víctimas del holocausto no eran solo un número. ¿Han hecho el ejercicio de mirar sus fotos, verlos a los ojos, imaginar sus vidas? Eran hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, niños. Niños, señor presidente, miles y miles de ellos asesinados; tenían nombres y apellidos, familia, historias personales, oficios y futuros que no pudieron ser. No nos permitamos el pecado de olvidarlos ni a ellos ni a los otros millones de asesinados por la bestia fascista.

Hablé de niños; hace unos años en una instancia como esta tuve el honor también de participar en la misma. Poco tiempo antes había estado en Israel y había visitado el Museo del Holocausto; es una experiencia humana imborrable, se siente físicamente el dolor, pero si algo me impresionó y me marcó para el resto de mi vida fue el espacio que está destinado a recordar a los niños y a los adolescentes asesinados por los nazis. Es impactante el lugar, es impactante la forma como está desarrollado, pero nos permite verlos a los ojos, nos permite ver sus rostros, nos permite imaginar sus vidas que no pudieron ser.

Y el mundo no aprendió, después de 1945 siguieron muriendo niños, hoy están muriendo niños, víctimas inocentes de conflictos que no tuvieron nada que ver en ellos. Pero sigue sucediendo y habla muy mal de nosotros los seres humanos.

Mencionemos a la justicia, señor presidente. El pueblo judío ha sido ejemplar en este sentido; ante tanta tragedia, ¿hubiera sido reprochable la búsqueda de la venganza? Hasta parece naturalmente razonable que hubiese seguido camino ante tanto dolor, tanta barbarie. Sin embargo, ejemplarmente, siguieron el camino de la justicia, buscaron a cada uno de los responsables que pudieron perseguir y juzgar, no importó donde estuviera o qué edad tuviera si tenía responsabilidades en el genocidio debía responder. Es una extraordinaria lección que no podemos olvidar. Siempre es la justicia que debe prevalecer.

Hoy más que nunca debemos combatir la discriminación. Martin Luther King decía “hemos aprendido a volar como los pájaros a nadar como los peces pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. Él mismo sufrió las consecuencias de una vida de compromiso y de discriminación. En la discriminación hacia el diferente, por razones religiosas, políticas, de género, de nacionalidad, de condición social, está el germen del totalitarismo.

Cuando nos convencen que el peligro es el otro porque piensa diferente a nosotros se puede justificar la barbarie. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de este tipo de situaciones. Cuando el odio y la ignorancia, base de la discriminación, se instala en una sociedad, el crimen está en condiciones de llevarse a cabo.

Deberíamos reflexionar cómo es humanamente posible que un estado altamente desarrollado en lo educativo, lo tecnológico y lo cultural haya permitido el desarrollo de la ideología nazi, la planificación de la muerte de 6 millones de personas a cargo justamente de ese estado y permitir que se intentara explícitamente borrar de la faz de la tierra su historia, su religión, sus tradiciones y su cultura.

¿Estamos vacunados ante lo que pasó? ¿El mundo aprendió de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto? Lamentablemente la respuesta es no. A partir de 1945 vimos guerras, masacres, vimos cómo moría un millón de tutsis asesinados en Ruanda, vimos en la culta Europa y en la civilizada Europa se procedía una limpieza étnica llevada adelante por los serbios bosnios y mataban 8000 hombres y niños musulmanes, vimos surgir a ISIS, Al Qaeda, la idea del califato y la masacre de todos aquellos que pensaran diferente, sin diferencia de edades. En América Latina vivimos las dictaduras y el exterminio del diferente. No hemos aprendido.

¿Pero eso tiene que ser una visión negativa, pesimista? No, nos debe comprometer. Porque en el fondo sabemos que esto se puede combatir y revertir, se debe combatir y revertir, y acá todas las ideologías están comprometidas, todas las ideas están comprometidas. Se puede repetir la historia. Sí, en tanto el otro se ha mirado por desprecio, en tanto el otro por pensar diferente a mí sea mi enemigo. Eso nos lleva a pensar que si es mi enemigo debe ser eliminado. Hoy, señor presidente, vemos a un terrorismo fundamentalista que se ha fortalecido y se ha transformado en un peligro global, masacrando por razones religiosas o políticas a miles y miles de seres humanos, la mayoría de ellos indefensos, pero también la pérdida de valores, la desvalorización cultural, el crimen organizado ha generado un caldo de cultivo para un crecimiento de la violencia a límites inusitados. Las diferencias sociales son cada vez más notorias y el aumento de la pobreza es una situación que nos debe doler y preocupar, el desempleo, la incertidumbre sobre el futuro, la desconfianza en la democracia, son elementos que generan un estado de alarma que debería ponernos en alerta más allá de nuestras posiciones ideológicas o políticas. El crecimiento del antisemitismo en estas condiciones es otro aspecto que no podemos ignorar y que debemos buscar los caminos para contrarrestar decididamente tal situación.

Luego del ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre, el mundo ha visto crecer una ola de antisemitismo; la crítica al gobierno israelí no puede justificar de ninguna manera el ataque a los judíos en Israel y en el mundo. Rechazamos y repudiamos cualquier tipo de discriminación racial, cultural, religiosa o política, provengan de donde provengan, porque conocemos las consecuencias. También rechazamos el oportunismo político o el fanatismo que impide una discusión razonable y democrática sobre la crisis que se está viviendo. Y por supuesto, señor presidente, rechazamos y repudiamos el terrorismo de Hamás que es tan criminal con el pueblo israelí como con su propio pueblo. La instancia de hoy, señor presidente, no puede ser solamente una sesión establecida que año a año en esta fecha realizamos para recordar un terrible acontecimiento histórico. Debemos comprometernos; y finalizo diciendo que a tantos años de la shoá, decimos con Ana Vinocur, sobreviviente de la misma, cómo es posible que la civilización humana llegue hasta este punto y tú, mundo no dices nada, debes estar bajo un profundo sueño, cómo puedes quedarte dormido cuando hay hechos que te sacuden. Despierta, te lo suplico; no sea que cuando despiertes llegues demasiado tarde. El día de la justicia no permite retrasos a causa de un simple sueño.

Solamente tengo una gran duda si seremos nosotros los que te veremos despertar. Señor presidente, hoy aquí le decimos a Ana y a los 6 millones de asesinados en la Shoá: estamos despiertos, estamos alertas, no permitiremos que la historia se repita, estamos alertas y comprometidos en ese sentido. Gracias, señor presidente.